lunes, 11 de febrero de 2013

Emocionalmente ciegos.







 “Nunca hacer infeliz a alguien provoca felicidad”



El sol sale cada día. O al menos eso se dice. La luna crece, mengua, está llena o incluso se le llama “nueva” cuando  se apaga por completo tras su cuarto menguante. Pero nada de eso es cierto. El sol siempre está en el mismo lugar; ni sale…ni se pone, son nuestros ojos los que lo pierden de vista. La misma que nos hace creer que la luna crece, mengua, se llena o se vacía. Nada es así, tan sólo es nuestra forma de ver las cosas. Las personas nos anclamos en nuestras creencias y visiones, aunque seamos conscientes de que no son ciertas.   
Dicen también que quien tiene luz propia incomoda al que está en la oscuridad. Hay quien se preocupa en vivir, y quien se despreocupa de ser feliz. A nadie le regalan la sonrisa, pero hay quien se concede la mala vida a diario. Todo es cuestión de esfuerzos…unos por superarse y otros por seguir revolcándose en lodo de la amargura. La vida no es fácil, pero si es muy fácil complicársela; y complicarla a los demás. En realidad todo es mucho más sencillo de lo que parece si la resignación la colocamos un escalón por encima del orgullo, o de los enganches emocionales. Aprender a no ser dependientes de nada ni de nadie nos ayuda a ser libres, a no quedar aferrados a un pasado y unas costumbres, a no sentir dolor porque ya no recibimos lo que creemos necesitar de forma exclusiva de nadie… y nos ayuda a superar y avanzar, porque de lo contrario el dolor que nosotros mismos nos generamos acaba sembrando un jardín de odio y rencor del cual haremos partícipes a todos aquellos que nos rodean; merecida o inmerecidamente, pero al fin y al cabo “ la desdicha ajena nunca será la fuente de nuestra paz, ni de nuestra calma”. 

  “Nunca hacer infeliz a alguien provoca felicidad”… eso sólo genera una amargura que se reproduce en nuestro interior, y que se multiplica día a día hasta convertir nuestro ser en un averno de desprecios, inquinas y odios.
 La oscuridad de tus días es un muro para tu destino  y tan solo un estorbo para aquellos a los que salpicas. 

 El sol sale cada día, y el amanecer es un buen momento para cambiar de destino tus pensamientos. Y aunque esa no sea la realidad, tal vez sea la verdad que tus ojos deberían ver para no sufrir de ceguera emocional.

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