Mi rendición

El cielo se ha desplomado, y hoy acaricia la tierra; oscureciendo el intenso color de mi último amanecer… arrastrándome al azul oscuro, casi negro; ese que habita en la gran inmensidad del universo, presagiando mi destino.

Agotada la fuente de sueños, y con el libro de las experiencias de mi vida sin el más mínimo deseo de añadirle más capítulos, entre poco y nada queda para seguir. La última gota caída al vaso ha rebosado la paciencia que supone el vacío de vivir sin esperanzas.



Pocas… muy pocas…casi ninguna; sólo las caídas en ese vaso de la paciencia, y esas gotas no fueron lágrimas precisamente.Tengo la ligera sospecha de que de un tiempo a esta parte, lloro a través de los dedos; que mis penas sólo encuentran desconsuelo cuando convierto las lágrimas en palabras, dejando empapados un motón de miserables papeles por ríos de tinta surgidos de la rabia, de la impotencia, de amargura, del dolor, de la tristeza… Y me jode… me jode mucho tener que buscar expresiones que descifren y desahoguen lo que un llanto consigue aliviar.Quisiera ser normal, llorar…dejar fluir entre sollozos los desencantos de mi vida… ser un poco como los demás.

La vida no es injusta. No, no lo es, es simplemente vida, no entiende de justicia o de injusticias. No se atiene a razones, a una equidad o a la imparcialidad de los actos de lo ofrecido o de lo merecido por una persona. La vida aparece y desaparece, sin más… no da opción a nada, porque en el fondo… nada es. Carece de sentido, de explicaciones, de por qué’s; y total...¿Para qué? Aparenta…la vida sólo aparenta; pero la apariencia no es sincera. La vida es todo aquello que ocurre ajeno a nuestra mente, aunque aparente que podamos incidir en ella; y eso… no es sincero. Sinceramente, en esto tampoco me siento normal.

Me conformo con no disfrazar mi realidad y pensamientos sobre la vida; sobre esa que ocurre ajena a mi mente, a mis deseos, a mis intenciones, a mi forma de actuar, a mis ilusiones, a mis añoranzas. Me conformo con no sentirme infeliz… todo lo demás es relativo y pasajero; las felicidades son efímeras, son momentos que se desvanecen al regresar a nuestra mente, a nuestros problemas, miedos, temores, carencias. Me conformo con no ser conformista… con no claudicar ante las circunstancias, ante la vanidad humana y su maldita envidia y ambición; con no arrodillarme ante la visión de los demás sobre cómo yo debería pensar, sentir y actuar. Me conformo con no firmar mi rendición… soy quien soy; disfrazaré un poema escrito…pero quien algo me conoce, sabe que mis mejores palabras las describo con la mirada, con mi sonrisa, con mi humor, con mi dedicación; que mis manos escriben sus mejores versos con caricias, con abrazos, con arrumacos, con mimos. Me conformo con que nadie quiera hacerme dudar de mí, que bastante inconformista tengo la conciencia. Me conformo con colgarme dos tormentas nocturnas por semana… si el resto de los días avanzo un escalón más de los retrocedidos. Me conformo con no creerme nadie… porque nadie llega a creerse quien realmente soy.

Me conformo con tener la libertad de expresar todo cuanto soy, pienso y sobre todo…siento. Me conformo con saber que soy sincero conmigo mismo… porque las dudas, intenciones y pensamientos de esa vida que es ajena a mí, sé que no son sinceras… Me conformo, sí!!!…me conformo con seguir luchando por sacar lo mejor de mí…a pesar de esa vida ajena , a pesar de todo, a pesar de nadie…a pesar, muchas veces, de mi mismo. Me conformo…sí!!!...con seguir siendo inconformista.