miércoles, 16 de febrero de 2011

Skyper 100%


Somos así. Los escritores y poetas pasan por épocas, dejando impreso, escrito y plasmado para la posteridad el momento de vida. Yo, creo poseer más derecho que ellos a describirlo, desahogarme y explicarlo; el hecho de no ser escritor o poeta me otorga la patente de corso para ello. Con el riesgo asumido de aburrir al personal que acostumbra a leerme, por ser algo reiterativo.


Hoy necesito ser franco, claro, directo, conciso. Nada de florituras poéticas o literarias; necesito expresarme tal cual soy. Sí, tomarlo como un aviso para navegantes. Aquel que ande buscando un relato mitad ficción, mitad biografía del autor, que sepa de antemano que no la va a encontrar.


Llovía antes de salir de casa. No era un aguacero, pero sí lo suficiente como para que tras hora y media de paseo, acabase empapado. Era como si algo me llamase tras la ventana de mi habitación. Chubasquero, MP3, tabaco y a la calle. Noche, tranquilidad, paz, pensamientos libres de juicios y prejuicios… ¡libertad! A pesar de no estar solo. No soledad no había. Al poco de comenzar el paseo, me crucé con alguien. Una persona que hacía días me hizo saber que debíamos vernos, aunque no por ello, el encuentro resultó inesperado. Cosas de la vida. Algo tengo muy claro sobre ella, y es que menos monótona, puede añadírsele cualquier otro adjetivo habido y por haber. Siempre hay sorpresas que hacen variar mi rumbo.

Pronto cumpliré tres años de separado-divorciado. Recordé anoche los últimos cuatro años de mi vida. La cantidad de personas que han pasado delante de mío estos años, y quienes son los que quedan. Mi separación no fue traumática. La pareja, como tal, estaba rota un par de años atrás. El último gran favor que le hice a mi ex, siendo todavía mi mujer, fue consolarla porque su amante la había abandonado. Surrealista, digno del propio Dalí. Un día me llamó por teléfono, llorando como una plañidera, para que fuese rápido a casa porque me necesitaba. Al llegar, comenzó por preguntarme si yo imaginaba lo de su amante y ella, le dije que sí; acto seguido me explicó la historia, la misma que yo tenía en mi mente tiempo atrás. Lo que nunca imaginé es que me dijese que yo era la única persona a la que se atrevía contárselo; que necesita desahogarse, consuelo, apoyo… y así hice; alucinado por la situación, por lo estrambótico de la misma, perplejo porque no podía entender como se le ocurría pedirme eso a mí, aún así lo hice:  la consolé. Dos semanas después se consumó mi separación. Desde entonces pensé que ese hecho sería lo más absurdo que podría ocurrirme en la vida; y ésta, una vez más, con el tiempo  me demostró que no, que hay situaciones más absurdas. Aunque esto no viene a cuento.

Por la conversación con esa persona, pasaron estos casi tres años siguientes. El primer año, echando la vista atrás, era como estar montado en  un tío-vivo. No paraba de dar vueltas buscando diversión, dejando de lado mi pasado, el presente, mi futuro; y sobre todo echando a un lado, gran parte de la persona que anoche me acompañaba. No padecí el síndrome pos-separación. Fuí un viva la vida. Sin mas pretensiones que disfrutar. Después apareció una persona a la que quise mucho. Para mí siempre será especial y le guardaré un gran cariño, por mucho que ahora no sepamos el uno del otro.

Faltaban horas para cumplir los 40, cuando comenzó la crisis de la susodicha cifra. La crisis de los 40, llegó con crisis económica, con crisis mundial, con la crisis de mi mundo, la crisis dudal, existencial, la de quien soy, la de quien quiero ser. La crisis de no encontrar trabajo, la de perder el buen humor, la apatía, la desgana. La crisis de perder el norte, el sur, el este y el oeste. La crisis post-matrimonial, la de ver el futuro como un pasado repetitivo. La crisis de las creencias, de la experiencia, del que quiero y qué no quiero. Apareció otra persona. La crisis de la incertidumbre, del desdén, del todo llegará porque sí y sino llega no pasa nada. La de los brazos y la mente caídos. El vacío. El apreciar y valorar muy poco todo lo que sucedía. Los qué, para qué y por qué. La crisis de querer entender a todo el mundo, exceptuándome a mí.

No ha sido fácil. Un parto que ha tardado nueve meses en gestarse, y medio año anterior fermentándose. Durante estos nueves meses he intentado abortarlo varias veces. Supongo que era puro instinto de supervivencia, no quería llegar a tocar el fondo sobre el que me he retorcido en este último mes. Tal vez era inevitable, como bien me dijo una gran persona, una gran mujer, no hace muchos días. Que por cierto, quiero agradecerle desde aquí el haber vuelto aparecer en mi vida; el gesto que tuvo al enviarme ese mail se lo agradeceré siempre. Me conoce más de lo que supuse que había llegado a conocerme. Tuvo suficiente con leerme un poco para saber que yo no estaba nada bien. Gracias. Sé que lo vas a leer.

Tengo que agradecer a más personas el estar a mi lado durante todo este tiempo. Lo haré…

Lo he dicho antes, el personaje de anoche llevaba días buscándome. Era uno de esos huesos que enterré; y ha sido él quien ha pedido que lo desenterrase. Él es más consciente que yo de la necesidad que ambos tenemos de estar juntos. Hemos vuelto hacer planes. Y no le pienso fallar. Sé que el a mí tampoco.


De momento lo dejo aquí… puede que esta noche siga contando más cosas de mi vida. Me apetece, quien quiera leerlo, ya sabe.

Hasta luego…


5 comentarios :

  1. Me gustaría seguirte leyendo. No te conozco, pero ya eres como de la familia. Y me alegro de que hayas vuelto a desenterrar el hueso aquel. Juntos probablemente seréis otra cosa.
    Un abrazote, niño ;-)

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  2. Y cuando no has sido franco,claro, directo y conciso....siempre has sido tal cual eres!!!
    Sigue Juan....yo también quiero más.
    Un besazo.

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  3. Yo tampoco te conozco skiper, así que por respeto, por ser tu historia, nada diré acerca de lo que cuentas, a pesar que me resulta imposible leerte y no recordar una brújula en mis manos.
    Sólo decirte que si a ti te apetece seguir contándonos pedacitos de tu vida, a mí me apetece todavía más seguir leyéndolos.
    Un abrazo.

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  4. Pues sí Skiper, creo que tienes razón al decir que te conozco bien, pero yo creí que tú, hace tiempo que eras consciente de como nos conocíamos y el nivel de profundidad y entendimiento que alcanzaban nuestras comunicaciones.
    No tienes que darme las gracias por nada.

    Espero la continuación para poder seguir leyendo.

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  5. Marmo, encantado de que me hayas adoptado. Sí, ahora con el hueso entre la boca ya parezco otra cosa. Días atrás, estaba franqueado con el mismo destino que el galgo de Don Quijote. Del que nunca más se supo...
    Un abrazote enorme!!

    Camino, siempre, siempre no... pero contigo, sí. Siempre!!! Un besazo...

    María, al leerme tan perdido me encuentras??. Vaya, con los relatos eróticos alguna vez me he imaginado que alguna lectora tuviese algo entre sus manos, pero no una brújula... ;-). Un saludo grande!!

    Anónimo... Desde luego que soy consciente, nuestras conversaciones dieron para conocernos tres veces cada uno. Y sí, sentía la necesidad de dártelas, aunque nunca te haya aceptado las gracias, yo a ti ;-) jajaja.

    Un abrazoooo...

    Sí, pronto leereís algo más ... ando con un relato que debería acabar esta semana para enviarlo a un concurso. Aunque tengo ganas de seguir sacando cosas de mí. Escribir, es como una terapia para mí.Y cuanto más lo haga de mi persona exclusiva,clara,concisa y directamente, mejor me siento.

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