Nunca he tenido memoria para medicarme. Quizás, ese sea uno de los motivos por el cual siempre he huido de los parches analgésicos que suelen cicatrizar pronto una herida, aún corriendo el riesgo de sepultar la infección dentro de ella.
Aún así, y dado que mi última patología sobrepasa el tiempo estimado para su cicatrización, hace unos días decidí acudir al centro de salud, que para eso he pagado la Seguridad Social cuando he trabajado.
Sea como fuere, la vida, me ha demostrado ser mucho más consecuente que mis principios; y, sin prisas ni pausa, sistemáticamente los ha ido derribando y demoliendo uno a uno. Con todo lo que ello implica.
Bien, la cuestión es que en el centro (de salud) coincidí con una vieja amiga. Lo típico, ya podéis imaginar… un pequeño cosquilleo que te recorre al reconocer su figura ante tus sentidos… el saludo con media sonrisa… el “hola, que tal, cuanto tiempo, ect”… la ineludible pregunta que se realiza a la persona en el centro de salud: “ ¿Y que te pasa, para que estés aquí?”… respuestas, más preguntas...alguna mirada complice mezclada con suspiros reveladores… total, que al final, al salir del centro lo hago acompañado…
Como dije al principio, el famoso mantra: “un clavo saca otro clavo” no lo puse en práctica nunca. Mas, esta vez, y en plena fase de recuperación tras la ruptura con mi “amor-propio”, tengo que deciros que la vida ha vuelto a derribar otro de mis principios.
Desde ese día, la atracción que pude sentir por ella en otras épocas de mi vida se ha convertido en auténtica devoción. He sucumbido a su encanto, a la fuerza que me trasmite, a las certeras verdades que sus palabras expresan, a la melodía que envuelve mis sentidos al pronunciarlas, a su misterio… al disfrute de sus silencios…
Me entrego a ella a diario.
Es un amor un tanto misógino, que me arrastra a una soledad compartida, llenando esos momentos de un aura mística, mágica y aditiva. Desnuda cada uno de mis oscuros secretos -con la misma delicadeza que utilicé en mis primeras caricias sobre un seno-… es frío y calculador capaz de desvelar mis más eternas dudas.
Un amor forjado a base de sentimientos... dando toda su realidad a la sinceridad de un silencio mutuo. Un amor enmudecido de palabras triviales e innecesarias que sólo dan paso a vanas promesas. Un amor perenne, pero con licencia para mi excedencia- exenta de justificaciones-. Un amor libre de compromisos, que admite ser compartido con mi otro gran amor, a cambio de compartirla a ella con todo aquel que la desee…
¿Quereis conocerla?
DISFRUTAD EL SILENCIO…
El mar, ella y yo... la sociedad perfecta.
lunes, 31 de enero de 2011
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Buena compañera de fatigas, seguro. Yo en el centro de salud no encuentro viejos amores, ni de ese ni de ningún tipo :-(
ResponderEliminarAbrazos agarraos, Skiper!
Un amor de este tipo, llena muchos vacios... Estooooo, ¿como que no tienes un centro de salud donde encontrar estos amores (u otros...)?
ResponderEliminarYo es que hacia tiempo que no acudía a él, para hacerme una revisión completa, ya sabes, alguna visita de urgencias y punto... esta vez, ha sido distinto.
Te recomiendo que te busques un centro parecido al mío. Tanto, como un amor de estos ;-)... o de otro tipo, jajajaja.
Un Abrazo agarraos... y besotes empapaos.Que rima y todo.
Por muy jodida que esté nunca iré a ese centro....no vaya a ser que encuentre otro amor que no sea el mio propio, ese que siempre tendré y que no me fallará...!!!
ResponderEliminarMe alegra mucho volver a leerte, un beso!!
Creo, que te confundes, y que tú eres una fanática de ese centro... Pondría la mano, sin miedo a quemarme, a que amas tanto el mar, como a tu amor propio.
ResponderEliminarEspero que sigas leyendome mucho tiempo...
Un beso..... enorme!!! camino
siempre me sorprendes, y me gusta
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