La locura que genera la devoción por alguien, te incita a acariciar y experimentar su cuerpo de cualquier forma posible. Acariciar con palabras es una de ellas.
Palabreando tu cuerpo
Quedaré a tu
lado, en silencio
hasta que
duermas.
Después de
ensoñar tus sueños,
te
acariciaré con palabras
trazadas
sutilmente en cálidos versos.
Esbozaré
canticos de trovador
envueltos en
el castaño rebelde
del que
brota tu ondulado pelo,
y surcando
la silueta de tu cara
odas que
rimen con tu aliento.
Buscaré
sílabas en el vello de tu cuerpo,
con ellas
rubricaré las huellas de mis dedos
que se
deslizan como gotas de agua
desde la
frente hasta el fin de tu universo,
y tras situar palabras con tilde sobre tus
senos,
enloqueceré
al describir con monosílabos
el recorrido
de mi lengua sobre ellos.
Entonces
despertarás
deseosa de
ser manuscrita por mis labios,
agitando páginas en blanco
agitando páginas en blanco
que
deletrearé en morse con escuetas estrofas,
descendiendo
línea a línea,
beso a beso,
beso a beso,
por la
silueta de tu esculpido cuaderno.
Y compondré
un acuoso y salado cuento
con húmedos
vocablos ocultos
en el
rasurado pergamino
lacrado con
blonda blanca
que mi boca,
sosegadamente, extraerá
del
prohibido testamento de tus deseos,
hasta acabar
deshaciéndote en un final
recitado en
suspiros y gemidos
robados a tu alma
robados a tu alma
por un destino que jamás creyó ser escrito.
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