¡Nada os pertenece en propiedad…
más que vuestros sueños! (Nietzsche)
A veces no es suficiente con asistir al despertar del sol para tener un buen día. Mis sueños me echaron pronto de la cama esta (aún) noche, y no encontré mejor forma de comenzar el día que ver el amanecer en la playa. Idílico y relajante; aunque para que negarlo, también tiene su parte de absurdo y triste.
Triste porque significaba que no tenía ni el derecho u obligación de ir a trabajar. Estar en paro es lo que tiene. Y absurdo, porque piensas en aquel refrán tan famoso de: A quien madruga, Dios le apoya; y te convences de que realmente hoy puede ser un gran día, y más si el excelentísimo me apoya. ¡Una mierda! En las siguientes cuatro o cinco horas todo han sido malas noticias. Vamos, que para la hora del aperitivo, el individuo ese que en teoría vela por nosotros, estaba zampándose una excelsa degustación vanguardista realizada con mis sueños como ingrediente estrella. Y además le ha salido gratis al muy gilicapundrio.Y te sientes vacío. En esos momentos piensas que es más cierto el refrán de: las desgracias nunca vienen solas; que no ese del teórico apoyo que debía recibir del susodicho por haber madrugado.
La tarde se hace larga, cuando no sientes deseos de que llegue la noche. Porque en noches vacías, el tiempo nunca pasa; y Morfeo se encarga de hacerte recordar en cada segundo que ya no estás en sus brazos; que el sueño de dormir te va esquivar, sobre todo porque los sueños de vivir se han esfumado. Y temes. Temes que llegue la noche porque sabes que será oscura; porque esas estrellas donde habías colgado tus sueños ya no están para iluminar tu camino. Y sobre todo, temes que llegue la noche… porque sabes que ella precede a otro día. Y eso lo deseas aún mucho menos.
Era algo más de media tarde cuando he salido a la calle con más pinta de estar abrazado a la tristeza que sonriendo a la vida. No le había dado tiempo a mis pensamientos de maldecir mi suerte, cuando me he cruzado con un vecino. El hombre debe rondar los cincuenta y pocos. No sé mucho de él, tan solo que es un gran guitarrista de flamenco. O mejor dicho: había sido. Iba ebrio, como otras tantas veces le he visto en los últimos dos años. Casi podría decir que lo he visto así a diario. Me he preguntado dónde demonios quedó su vida… su arte…sus sueños…su esperanza. Quizás, llegó una mañana en la que Dios y la suerte le dieron la espalda y se dejó ir porque tal vez era lo más fácil, o porque las fuerzas acabaron fallándole y llegó un día en el que se cansó de luchar para nada, y dejó pasar la vida...día a día, sin más. También he divagado sobre eso de: cada uno tiene en la vida lo que se merece; bueno, esto es algo que de momento no me acaba de quedar muy claro. La cuestión es que la única conclusión clara que han tenido mis pensamientos es que no quiero verme como él. Ni en el presente…ni en el futuro.
He regresado rápidamente a casa. Comenzaba anochecer. Pero lejos de temer y dejarme llevar por una noche que se preveía vacía y larga, tal y como ha sucedido durante muchas de ellas durante mucho tiempo, no muy lejano; me he dedicado a seguir sembrando el jardín de mi autoestima con pequeños detalles. A tocar puertas...alguna se ha abierto. A no dejar que un mal día se lleve por delante lo que tanto me ha costado recuperar. A luchar por no verme hundido, ni con cuarenta años…ni con cincuenta…ni en el penúltimo día de mi vida. Después,he vuelto a salir a pasear…ya era de noche. Una luna llena enorme, resplandecía, pero a su alrededor no estaban las estrellas que custodiaban mis sueños( el gilicapundrio debería estar digiriéndolos a esas horas) La he mirado de frente fijamente ; luego,he cerrado los ojos… y he vuelto a soñar.
Dijo William Faulkner que los sabios tienen sueños lo bastante grandes para no perderlos de vista mientras los persiguen. De sabio tengo entre poco y nada, pero mis sueños son tan grandes como para que el gilicapundrio haya pillado tal indigestión que le haga pensarselo dos veces cuando en el futuro intente volver a quitarlos de mi cielo, por lo que espero que durante un tiempo me deje tranquilo. Así que me he dedicado esta noche a colgarlos de nuevo en el universo, uno a uno…sin olvidarme de ninguno...tal y como estaban. Siendo realista, hoy están un poco más lejos que ayer, y aún más que el domingo por la noche. Tardaré algo más de tiempo en conseguirlos que el que preveía en este alba. Pero son míos, de mi propiedad, y nada ni nadie me va a privar de ellos; ni el todopoderoso gilicapundrio, ni tan siquiera el espectro de este náufrago varado (mi "yo" pesimista) que es quien más daño puede hacerles. Y si alguien, o algo, vuelve a quitarmelos, este vampiro nocturno y anacoreta volverá a colocarlos en su sitio.
Para Nietzsche, los sueños es aquello que más nos pertenece en propiedad. Para mí, además, son la estrella polar que orientan mis días. Mis sueños son mi vida, pues son mi único destino.
Pero gracias a la noche, podemos descubrir estos escitos tan buenos y que tanto nos ayudan a pensar que no estamos tan sólos.
ResponderEliminarNo me apetece ir a dormir después de leer estos escritos, te voy a mandar una página de escritores, www.escritores.org, tal vez puedas allí también compartir tus palabras con otros como tu.